lunes, febrero 19, 2007

Los descendientes de Babel

Los descendientes de Babel
Daniel Navarro
Escritor y Naturalista



Un curioso invento de la época japonesa del cine mudo es el benshi. Frente a la pantalla, mientras transcurría el filme, una persona al frente daba explicaciones acerca de la historia, diálogos y significado. Percibiendo y modulando las reacciones del espectador, el benshi tendía un puente entre las imágenes en pantalla y el lenguaje verbal. Asimismo, dialogaba entre visiones de otras culturas, y las tradiciones populares locales. Para ello se requería de enorme talento y fue motivo de admiración entre los japoneses, al grado de que cuando se inventó el cine sonoro, tardaron años en desaparecer. Actualmente se sabe poco de los benshi fuera de Japón. En el cine moderno, los subtítulos proporcionan traducciones “instantáneas” de los diálogos, y el denominado “Close Caption” incluye no sólo representación escrita del lenguaje verbal sino también de sonidos, lo cual está diseñado para espectadores con problemas auditivos.

Antes de 1940, los benshi parecían indispensables porque las diferencias de lenguaje y expresión parecen intrínsecamente imposibles de derribar. Esto sucede hasta la fecha y no únicamente en Japón ni sólo en el cine. El esfuerzo del Esperanto es una prueba de ello: aproximadamente dos millones pueden comunicarse a través de esta lengua en todo el planeta. Una cantidad ínfima después de más de un siglo de haber sido inventada. En un mundo lleno de formas de lenguaje (casi siete mil lenguas diferentes registradas), la identidad de la palabra verbal es poderosa. Tales formas de comunicación conllevan algo más que signos o de reglas gramaticales, forman la columna vertebral de conductas, pensamiento, religión, mitología.

Usando el símbolo bíblico de Babel, el director Alejandro González Iñárritu y el escritor Guillermo Arriaga elaboran una película en el año 2006. Tríada de historias interconectadas, profundamente humanas, y que demuestran justamente el caso que ocurre cuando por circunstancias accidentales, el lenguaje verbal conduce al caos, a la falta de entendimiento, a la violencia. Y a través del filme “Babel”, encuentran la forma de hacernos entender que en condiciones de desesperanza, ansiedad, dolor, otro lenguaje surge de manera natural, profunda, espontánea: el lenguaje fundamental del cuerpo que va más allá de las palabras. La película refleja sentimientos universales: amor y violencia, odio o competencia, aullidos o diálogos de sordomudos, otras formas de comunicación que requieren ya sea el contacto con la piel, las miradas de solidaridad de una anciana, o las posturas de alegría, amor u odio en menores de edad. Del libreto a la pantalla, Alejandro González Iñárritu se propone alcanzar al espectador. Y por algunos acusado de nihilismo, pienso que nos llega, nos conmueve en su propio mensaje artístico.

Si hacemos cuentas con los cuatro idiomas que se registran en “Babel”, un total de 953.9 mil millones de hablantes del planeta entienden en forma nativa alguna parte del filme. Cosa nada sencilla, porque supera por un estrecho margen al idioma de mayor densidad de hablantes en el mundo: el chino, con 937.1 mil millones.

El equipo de actores es soberbio, con Brad Pitt encabezando el elenco y generando tanta admiración que en una crítica del New York Times se considera a su papel encarnando a un turista norteamericano en Marruecos, como la mejor actuación de su carrera.

La parte marroquí muestra una desgarradora secuencia en ambientes desolados, cabras y comidas comunales de un solo plato. La lista de actores es distante a lo que estamos acostumbrados, pero el papel de Boubker Ait El Caid, como Yussef es poderoso, encarnando a un niño que se rinde ante la policía, con las manos en alto, confesando y al mismo tiempo implorando ayuda por un hermano agonizante.

En la contraparte fronteriza México-Estados Unidos, un valemadrista y rebelde norteño es encarnado por Gael García quien recibe encuadres nocturnos de fotografía que recuerdan al archivo Casasola. Su personaje impulsivo contrasta notablemente con el de Adriana Barraza, una amorosa nana que se no se arredra ante el sofocante desierto californiano y sucumbre ante los rinches (como se le denomina localmente a la policía fronteriza de Estados Unidos) en su esfuerzo para tratar de mantener con vida a dos pequeños norteamericanos menores de edad.

La parte central del filme deslumbra con el destello continuo que surge de Rinko Kikuchi y su personaje de joven estudiante sordomuda de clase alta en la sociedad japonesa. Su candidez e inocencia se mezclan con erotismo, desesperanza y revelación, que cierra la película en un ambiente de desequilibrio y ternura.

Gustavo Santaolalla, ese argentino universal tan querido en México, imprime su audio-sello una vez más, después de haber vagabundeado musicalmente con “Amores Perros” del propio González Iñárritu, “Diarios de Motocicleta” y con el genial Ang Lee y su desafiante “Brokeback Mountain”.

Si bien el filme ha recibido siete nominaciones para el Oscar de febrero 2007, ojalá me equivoque, dudo mucho que pueda alcanzar dicha presea. La competencia fundamental será con el trabajo de Clint Eastwood y su tratamiento fílmico al ícono militar y nacionalista de los Estados Unidos: la batalla de Pearl Harbor. Por otra parte, la cuasi anarquista visión del mundo en “Babel”, de desprecio a la autoridad en uniforme, levantarán poco aprecio de los críticos de la Academia.

En aisladas ocasiones el cine es admiración, por eso es enormemente reconfortante escribir acerca de este benshi chilango moderno que nos visualiza como descendientes de Babel, y nos recuerda que de todos modos, a pesar de los lenguajes, no somos tan diferentes.


Notas
1.- Del 27 al 30 de julio se llevará a cabo el 55 Congreso Anual de Esperanto League for North America en Tijuana, en donde se tratará de incrementar el conocimiento del Esperanto como lenguaje universal. Véase http://esperanto-usa.org/node/667

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Acerca de mí

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Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.