martes, enero 01, 2008

BLOG DE ENERO: JAVIER MARIN, EL BOGAVANTE DE ESPIRITUS


Blog de enero: Javier Marín, el bogavante de espíritus
Daniel Navarro



Lo conocí por casualidad (un decir, y me explico): Un amigo estaba a cargo de esa casa en Valle de Bravo. Yo tomaba fotos de algunos ángulos, nada en particular, el ventanal, un florero, los libros de arquitectura, un caballo celta. Repentinamente descubrí la escultura. Unos treinta centímetros de alto. Una persona desnuda hincada sobre una rodilla, un globo sin mapa y como adorno, un antifaz extraño terminando en pico. Pregunté acerca del artista. No lo sabía. Prometió indagarlo. A pocos días volvió con la respuesta: “Javier Marín”. Vaya. Un nombre. Mas lo importante era la figura. Ese emblema alado. Un ser con antifaz, sexuado. Marín. Pocos días transcurrieron. La falsedad de mi lenguaje se volvió tortura. Poco a poco busqué al artista. Imposible para una persona de mi sangre permanecer inalterado ante esa expresión, ante la galanura de la invención. Buscándolo, sin conciencia, frecuenté galerías, visité exposiciones. Conocí esculturas.

Compré un ejemplar de “Estilos México”. Apareció. Leí: Nacido en Michoacán. Ví sus Esculturas nuevas. Los barbados. Michoacano.

De regreso a Marín: Entré a su página. Me informé. Documentado, supe que presentaría una exposición en el estado de Hidalgo, en Pachuca. Cuartel del Arte.

Apunté mi nombre en el website de Marín. Un incidente. La asistente del escultor me llamó. Por desgracia (cosas del destino:) mi teléfono se quedó sin batería. Ella (la asistente de Marín) no volvió a llamarme. Por cosas del destino el número no quedó grabado en mi teléfono. Pero algo recordé: el quince de diciembre se presentarían sus esculturas en Pachuca.

El día mencionado, el sitio indicado. Vía Pirámides. ¿Coincidencia o qué tiene que ver esto de las pirámides con Marín? Un cartel enorme. Un pueblo vacío. Las esculturas.

El sábado 15 de diciembre cerraron la exposición a las tres de la tarde. Llegué a las 3 y cuarto. Alegando que era extranjero, que no hablaba español, que venía desde tierras remotas (en realidad gracias a la generosidad del cuidador y de que la puerta estaba entreabierta para mi buena suerte), una escultura apabullante me recibió. Ahí estaba. La selección de arte más vibrante que haya atestiguado. Aunque el nombre es lo de menos, estaba Marín, él mismo, el carcelero de las almas previamente libres, ahora encadenadas al bronce, a los materiales, al amaranto, la carne seca, los pétalos de rosas. El generoso que de la mano conduce a los espíritus hacia un tiempo de sosiego. El bogavante.

Como entrar a una iglesia vacía, el Cuartel del Arte poblado de esculturas, en silencio poblado de escenas y diálogos que tardé en entender. Había visto imágenes, leído artículos. Reproducciones fotográficas. Todo eso es apenas un atisbo al arte de un escultor que no ha alcanzado la Wikipedia cuando muchos presidentes municipales de pueblos perdidos adornan las efemérides de la historia a través de carteles publicitarios mediocres, tan mediocres como pueden serlo los políticos defensores de democracias tan terriblemente mediocres como lo son ellos mismos. Todo eso olvidado al transitar entre las figuras, almas encadenadas. Este enero presento reproducciones y mis impresiones.

Quedé sin habla. Escribí lo que pude, el generoso portero del Cuartel concedió más de media hora. No obstante, finalmente puso el fin a la contemplación. Era momento de irse. El tema, las imágenes, las palabras que surgen de esta exposición, todo lo presento en el apartado dedicado a las esculturas de Javier Marín.

Firmé el libro de visitantes. No lo conocí en persona, porque la inauguración había sido el día anterior (viernes 14 de diciembre 2007).

Al salir en un lado del Cuartel, encontré una caja con las botellas de vino vacías. Vino argentino, al lado de la pared que da al patio central. No conocí al autor (es un decir) mas dialogué con sus espíritus prisioneros. Mis notas e imágenes son un pálido reflejo de lo monumental de su obra. No tengo más palabras. Javier Marín es un maestro. Desde aquí y a través de estas líneas, mi reconocimiento a uno de los mayores artistas de este pueblo mexicano, de todos los tiempos.

Gracias al arte, y en particular gracias al arte de Javier Marín, trasciende la raza humana.
Y eso no es poco.














NOTAS
Felicidades en el año que hoy comienza. Gracias por venir, por charlar, por recordar viejas promesas, por volver a acompañarme, por ir a misa de gallo, al museo, a las montañas nevadas; gracias por los mensajes en mi cava, las cartas infinitas sobre la almohada, por los besos maravillosos y suaves en mi boca; salud por los nuevos habitantes de este astro errante, por la luz y la oscuridad que se refleja en nuestros días, por los árboles y los pájaros, los oyameles y cardenales, por el mar que me dibuja un rostro; una despedida emotiva para los que se fueron y ahora viven en nuestros recuerdos; y una bienvenida perpetua en cada amanecer; por los poetas y los barcos.




Javier Marín en el Cuartel del Arte
Registro fotográfico de las almas cuyo destino se encuentran encadenadas a la sombra del artista



El cuento del Jimador
Mecánicamente, el jimador sujetó los hombros del caído y como si separara una penca de su piña, el golpe fue seco, certero. A partir del codo, un antebrazo quedó inmóvil para siempre.


Indecencia
Quería seguir aspirando el calor de su aliento disolviendo mis facciones, acariciando su cintura.


Juan y Roberta
Yo traté, me esforcé por cerrar las ventanas para impedir la fuga masiva de colores; no pude; era tu deseo el necesario… Inevitablemente, el morado ilusión regresó al amanecer, el verde tequiero regresó al árbol de selva allá lejos, el rayo de luz al sol, la fuerza del tallo a la cascada, el canto azul de estoycontigo al río… Y la lágrima, ¡ah, la lágrima!, esa rodó unos días, y justo cuando pretendía entrar de nuevo en el alma, un cóndor la robó de la mejilla y se la llevó en el pico… A veces cuando veo una de esas aves pienso si se le habrá evaporado o si la dejará caer algún día.

2 comentarios:

Sergio Francisci dijo...

Lo suyo, mi amigo, siempre me instala en el silencio; en el lugar donde los observatorios son más diáfanos.
Un saludo
Una reverencia

Anónimo dijo...

Querido Daniel, creo que estás en un error la obra que viste en la casa de valle de bravo a la cual le estabas tomando fotos es en realidad de Jorge Marín, quien es claro, hermano de Javier (ambos escultores) sólo que ambos tienen un estilo particular, sin embargo ambos manejan un estilo clásico y esa situación sumada al nombre que es tan parecido debió haber causado esta confusión, Te recomiendo que investigues sobre la obra de Jorge que al igual que la de Javier es verdaderamente asombrosa.

Gabriel Rodriguez
patitadeangel@hotmail.com

Acerca de mí

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Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.