Bienvenidos al Blog de noviembre, y abro el mes con un enigma.
Una historia imaginaria que narra el origen de la palabra inglesa shark
Por Daniel Navarro
Noche lluviosa, de esas que presagian historias inverosímiles, en la quietud de Palenque. Ahí, varios científicos se habían reunido para discutir sobre antropología y filología maya. Para ello, Virginia Fields, aguerrida antropóloga de la vieja escuela, había convocado la Quinta Mesa Redonda.
El inicio del día había sido ajetreado, la niebla era espesa y después de un apurado desayuno, todos los científicos habían querido llegar a tiempo. En la noche, estaba a punto de iniciar el taller sobre escritura jeroglífica maya, que Linda Schele moderaba.
El tema que estaba en discusión era la relación fonética entre la palabra inglesa shark, y la palabra maya xoc.
La discusión polarizó las opiniones, los que creían que procedía del latín y del francés eran mayoría. Sostenían que la palabra latina charcharus, a su vez del griego charcharias. Había incluso algunos que sostenían que shark procedía de la palabra alemana Schurke.
Unicamente los seguidores de Eric S. Thompson mantenían que la palabra maya había dado origen a la inglesa, pero el vínculo no era del todo claro, faltaba un eslabón perdido. ¿Cómo había sido posible que una palabra maya fuera adoptada por el idioma inglés?
La propuesta del terco Thompson era francamente inaudita, por decir lo menos, máxime cuando mantenía que entre sueños había visto a un pirata gritando a todo pulmón “xoc... xoc...” aterrado atestiguando a los tiburones devorarse a parte de su tripulación.
Entretejidos entre los nudos de las palabras, los científicos apenas oyeron que un repentino visitante tocó la puerta y esperó a que abrieran la sala de discusiones. Al abrir la puerta, los científicos supusieron que se trataba de un turista perdido en la noche, y Linda Schele atenciosamente se dispuso a sugerirle algún hotel para pasar la noche, pero el visitante la ignoró y calmadamente entró al salón, tomando asiento en la mesa de discusiones. Después de un silencio indefinido, y en un idioma inglés con modismos notablemente arcaicos, Sir John Hawkins, dijo llamarse, tras lo cual empezó a narrar esta extraña y larga historia de naufragio que se me grabó en la mente.
“La historia comienza cuando desembarcando del puerto de Plymouth el 2 de octubre de 1567, yo encabezaba una flota de seis barcos cargados de productos ingleses y una flota de 400 hombres. Buscaba la costa africana pletórica de esclavos. Durante tres meses de intercambios y de obtención de carga humana esclava, utilicé navegantes portugueses para guiarme por los senderos marítimos del Africa. Finalmente, en febrero de 1658, cuando me dirigía hacia las Antillas, esta vez sin un piloto español ni portugués, me sorprendió una tormenta de enormes proporciones...” el salón había adquirido repentinamente un aire de confesionario, nadie hablaba y las miradas estaban centradas más en su forma de hablar que en el contenido de las palabras. El inglés parecía distante, pero continuaba con su relato.
“Luchamos desesperados contra el mar infinito, y perdimos nuestras naves... casi todas, excepto una. Así que nos dirigimos hacia San Juan de Ulúa, en Veracruz. En las costas del Yucatán, un marinero nos ayudó a orientarnos. Un día, hablando con la ayuda de traductores, caímos en el tema de los perros marinos, y me dijo que el nombre en maya de esos seres tan temidos, era Xoc.
Mi fascinación con esos animales perfectos, que no le piden nada a nadie, fieros y temibles, me hizo adoptar ese sobrenombre. Yo era el Xoc de los piratas. Los primeros que sintieron mi fiereza fueron los veracruzanos mismos, quienes pretendieron abusar de mi estado de seminaufragio. Haciendo gala de mi nuevo sobrenombre, enarbolé la furia de Xoc y les hice temer hasta de su sombra. No descansé hasta vengar y asolar cada playa, cada fuerte, cada villa. Para ello, como estandarte, capturé un bello ejemplar y lo tuve en mi navío.”
Una vez recuperado, se dice que Sir John Hawkins llevó un espécimen del xoc a su natal Inglaterra. El tiburón fue exhibido en Londres en 1569. Así es, John llevaba la prueba de la identificación de su sobrenombre shark, el temible de los mares, con el animal que tanto aterrorizaba a los navegantes de los océanos que conocía bien.
Nadie en la sala de conferencias habló durante la exposición del inglés. La solución del enigma había venido del más allá.
Telón
A veces la historia de las palabras se convierte en una caverna donde perpetuamente quedan enclaustrados los secretos. Irónicamente, la palabra maya que tomó el pirata, para convertirla en estandarte, fue transformada en una palabra inglesa. El animal que había aterrado a Hawkins, al final lo fascinó tanto que lo convirtió en su emblema, pero el origen y transformación de la palabra xoc por shark, fue su secreto. Y se dispuso a mantenerlo, teniendo éxito por muchos siglos, perdiéndose esta historia en los laberintos de las historias perdidas o imaginadas.
Pero la verdad, que ahora sabemos, permanece en el secreto de Hawkins. Por curiosidad, consulté el grueso volumen rojo de The American Heritage Dictionary of the English Language, y con respecto a shark, dice: “Origin obscure”. Me embarga la emoción, y cierro el diccionario.
Este mes, el noveno de los romanos, tenemos los siguientes textos e imágenes:
Quimera (imágenes de un festival al pie del volcán)
La Puerta (prosa poética de Día de Muertos)
La danza (narrativa ficción alrededor de la vida fantasmal en un teatro)
La Parroquia (imágenes de un mural de café en el Puerto de Veracruz)
Bosque cardinal (prosa poética nihilista)
El Premio Nobel concluye la primera etapa en la mercadotecnia del Calentamiento Global (ensayo acerca del calentamiento global)
Saludos desde noviembre.
Arte gráfico: "Tiburón". Fotografía de Lili Diaz. 2007. avrilphoto. Derechos reservados.