sábado, abril 19, 2008

PINGÜINO DE MAGALLANES

Pingüino de Magallanes
Spheniscus magellanicus
por Daniel Navarro


Una rosa es una palabra de aliento,
un beso de vigilia, un andar en silencio.
He leído tus últimas cartas,
esas donde me revelas tus acontecimientos,
lo que pasa por tu existencia.
Las he vuelto a leer muchas veces, tanto
que casi me aprendo tu acento al
hablar.

Un amén es el término de la oración, la clausura del abrazo,
la sonrisa tuya justo antes de entrar a la oscuridad total.
He percibido los cambios,
los caudales de las clepsidras,
los andares de tu preciosa existencia.

Imagino lo que vendrá,
los caminos que se recorren de antemano,
los pozos en cuya agua se anticipa la sed
de mi boca por la tuya.

He ido al fin del mundo
contigo,
sin más armamento
que tu nombre para conquistar un continente.
He dormido contigo, he sentido tu abrazo,
tu voz que me llama para decirme que amanece
mientras estoy en entre sueños.

Algunas canciones atraerán algo del momento
de otras personas que nos moran desde el pasado
y nos sobreviven para el futuro,
las citas inconclusas, los besos que permean en la atmósfera
cálida de la primavera.
Casi termina tu verano,
mi invierno todavía no cesa de morir.
Pero escucho sus movimientos en la huida.

Mientras suceden las cartas, mientras escucho tu voz,
los besos se me escapan como pájaros de la jaula
donde los alimentaba
con las esperanzas de un futuro siembre escurridizo.

Mi culpa. Mis golpes en el pecho. Mi culpa.
La desbandada de pájaros me entristece.
Lucho por mantener alguno.
La puerta es apenas una sombra,
la jaula es de arena de mar
lavada por las olas.
Tus besos: pingüinos de Magallanes.

Te he amado.

Has sido mi sueño, mi esperanza, mi noche en el día,
mi primavera en el invierno. Has vivido dentro de mí,
y mis letras te buscan, te llaman, te revelan mis
intimidades: te he amado.
Has sido un rencor contra mí mismo,
una rebelión contra mi propia existencia,
has sido la calidez de un beso
que todavía no se enfría de mis labios.

Te he extrañado todos estos días,
y me llena el pecho de orgullo el saber
que me has escrito alguna vez,
que me has dicho "te quiero"
en momentos de solsticio,

que acaso me has amado también.

Miré la luna anoche. Miré el firmamento,
y te he dicho
eso que sabes.
Te amaré siempre.
Porque eso que mora y que florece,
no puede ser sino la continuidad de un sentimiento
que encontró en nosotros el espacio entre el ayer
y el mañana.

Siempre.

en temor. en oscuridad. en ansiedad. en dolor. en enfermedad. en ausencia. en felicidad. en el ahora. en el horizonte. en el canto de un petrelillo. Y en el aullido del mar.




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1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre es eternidad

Acerca de mí

Mi foto
Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.