domingo, diciembre 02, 2007

BUENAS NOCHES, NUEVO DIA


Buenas noches, nuevo día
Daniel Navarro


Si me han de matar mañana
que me maten de una vez.

"Valentina" Canción tradicional latinoamericana



Cuando la noche reclamó su territorio nos abandonamos al misterio. Era irrefrenable el deseo de caminar sus senderos y sabíamos que si faltábamos a la cita ella misma nos recriminaría con crueldad y sin escape. La noche fue celosa guardiana de los ríos que cesaron de fluir, de los mares que sumaron su fuerza, del sol que cerró sus ojos en espera de lo que sucedería, y de los espíritus que se desparramaron en cualquier nube. Únicamente las estrellas mantuvieron la vigilia, alegremente charlando entre ellas y atendiendo los reclamos de los insomnes que surgieron como historias, como ángeles que cuidan los caminos llenos de cardos, como los besos de buenas noches que incansables surcan distancias, cruzan paredes, suavizan angustias, perpetúan amores. Así la luz de las estrellas en su incesante conversación nos tranquilizó y nos cubrió de susurros y de paz.

“Buenas noches, nuevo día.” Así se despidió mi Valentina antes del amanecer. No hubo beso de despedida. No hubo nada que pudiera tomar de ella para cargar por todos los caminos que me tocaría andar. Mi caballo resopló cuando me acerqué y monté mi regreso hasta el puerto de Tampamachoco. Al llegar me toqué la cruz que traigo en el pecho. La gente se arremolinaba en los preparativos finales y algunos con uniforme verde eran especialmente activos cargando las armas. Mi caballo se detuvo al ver al hombre que me reclamaba y cuya voz yo no escuchaba por estar todavía inmerso entre la respiración de Valentina. Cuando finalmente percibí la voz, no le hice caso y la brisa de ese mar me mantenía cerca de los labios de esa mujer que me había pedido el infinito, jurándome amor de mujer por siempre.

Encendí el puro y el suave olor del tabaco me regresó una vez más a los ideales de justicia que siempre me habían incendiado la niñez entre juegos en la pampa. La mirada de Valentina se conjugó con el color de su cabello y con el de la noche. Fantaseé con la idea de que ella me había acompañado siempre, como novia, desde niño, cuando arrancaba los rebrotes del zacate para saborear el sabor dulzón.

Ahora sé que Valentina es mi soldadera, la que me espera en el borde del mar. La que ha venido a mi encuentro en esta madrugada en que no sé si regresaré. Una voz de urgencia me volvió a sacar de mis pensamientos y volteé a buscar entre la todavía negrura que se extinguía para dar paso al amanecer, a esa mujer que se anidó en mi corazón, pero me acicateó el trasiego de los detalles y la urgencia por zarpar.

“Cuando usté ordene, Comandante Che Guevara...”, me interrumpió una voz.
El humo del tabaco ascendió a las nubes. Así le dije adiós a Valentina. Así zarpamos en este cascarón que flota entre la mar de los amaneceres.

“Valentina, Valentina, yo te quisiera decir, que una pasión me domina...” y mentalmente me aferro a esa mujer de ojos negros para que me acompañe en la travesía de estos mares que me acongojan.
Mientras me aproximo a la revolución que me espera.






.Arte gráfico: Daniel Navarro. 2007. Ilustración digital de la foto de Che Guevara aparecida en el artículo "How to buy a watch" escrito por Katherine Kingsley y Andy Comer, créditos fotográficos a Rene Burr/Magnum. Gentleman Quarterly, may 2007.

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Acerca de mí

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Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.