martes, febrero 28, 2006

Desde mi solo

Desde mi solo
Daniel Navarro


Les he dicho adiós,
vaciado los bolsillos,
en esquinas, hondonadas
cruces, calvarios,
palomas volando.

La cruz de la parroquia lanzó un suspiro
una campana en silencio
los fantasmas emigraron de mi esqueleto.

Desde mi solo,
asalté el cerco del propio pecho
con tu estandarte,
en fulminante
batalla
contra mi candente soledad.

A pesar de la resistencia inútil,
el yermo páramo de mi vida
entregó su plaza, municiones,
fuertes y zanjas sangrientas;
recorrí a campo traviesa
túneles y laberintos
eliminé reductos
impunes lanzas asesinas,
hasta ver ondear
pañoletas blancas
visibles muestras de rendición.

Planté tu bandera en mi pecho dominado
por la estrategia de tus versos
y crepita
la voluntad
de florecer un castillo
en esta tierra árida
que bajo tu mirada
se ha vuelto bosque.

sábado, febrero 25, 2006

Planetario

Planetario
Daniel Navarro



Me intuyes en el universo encerrado, en la burbuja
oculta del rincón celeste.
Miras las estrellas ficticias de un planetario.
Ilusión de permanencia de lava
esférica en un destino inconcluso.
Descubrimos que nos habíamos guiado por un norte
que nunca fue, aislados en la noche
de un día lluvioso, enfermo de tedio.

"Abrázame", me pediste
No pude, no quise, o ambas
y a la distancia el domo sereno, que mira al infinito
alentó una esperanza.
Me propuso con su sonido sin rostro y acepté
encarnar ligeras ondulaciones en la nada.

Quise intentar,
personificar ,
la estrella viva
que alguna vez nos guiara.
Antes de que nos perdiéramos.

La cascada del crepúsculo se confundió con el perfil,
con la sombra desde entonces
y sin constelación
vago errante, persiguiendo la noche.

Vienes a verme cuando sola te encuentras,
Me miras sin ver, a la distancia
bóveda, te abrazo
tarde y nunca, simultáneo amanecer y medianoche.
Sabes que soy yo,
prisionero de mis noches de día, encadenado
Prometeo que abre sus entrañas a tus mordidas
renaciendo en la noche de cada tarde,
sangrando la luz de las estrellas que giran
y se desploman
en el infinito de un espacio vacío.

La luz de un firmamento se lanza en todas direcciones
cuando abandonas la sala
y me absorbe el melancólico
adiós
de tus tacones.

viernes, febrero 24, 2006

Beso inerte

Beso inerte
Daniel Navarro



Hace tanto fuimos tanto
murmullo constante del cielo
temprana mirada de velo
viento descubriéndose en tu rostro.

Mas

Oración de la guarda, un ángel
un puente, un paso en falso,
la caída.
Su menesterosa existencia
resquebrajó atardeceres
y sangró púrpura en las noches
Tanto que transcurrió
un vuelo en picada,

Mas todavía

Tu mirada extraño porque fuimos
venero de tiempo pasado
la gloria de un momento
que alcanzó para serme todo.
Fuimos tanto que somos resto
de la copa vacía, un beso inerte
que te llama por tu nombre
en la boca fría de una noche
que pronuncia un
tal vez nunca más.

viernes, febrero 17, 2006

Barro

Barro
Daniel Navarro



Un árbol cautivo en el círculo mide el espacio
de mis manos en suelo y alambre.
Se erige,
busca el infinito.
El barro oxidado del recuerdo
humedece mis ojos por la distancia
que media entre hoy y el paraíso.
Yo, en el bosque rojo
giro de cuerpo entero
hundo mis manos, mis besos
en el aroma de la tierra,
barro que pisaste en huida
en despedida larga, grave
postergada hasta hoy.
Mis dedos desangrados
hurgan sin razón
buscan palabras que no existen.
No tuvimos nada más que ese sendero
ningún rincón donde escudarnos
y trazaste en la tierra un horizonte sin luz
Conformo ese laberinto, silencioso
donde las ramas me cubren el cuerpo
el barro de mi piel se curte, agrieta
consolido un capullo.
Poco queda sin ti
excepto mirar este inmóvil universo
de espera, cascarón eterno
de barro rojo granular
endurecido por la sal
de tu presencia ausente.

lunes, febrero 13, 2006

Princesa

Princesa
Daniel Navarro



Mi princesa vuela un carruaje
castillo inexpugnable, sirvientes,
cuando me visita por las noches.
está entre tú y yo. Me enerva
con sus brebajes, sus pócimas
sangre de mi existencia
al mismo tiempo nada y perpetuidad de luz.

Me ocupa
me ilusiona, me desvalija, un atino
no lo puedo definir, un festín
no existe, nada que no pueda ser ella
su nombre, su existencia, la curva de su sonrisa.

No sepas de ella,
no la conozcas. Cuando
en las noches se apodera de mi cuerpo
me dice al oído que te abandone, que no eres
como ella, para mí. Me aconseja

entrar en un vórtice, desmadejar el futuro
una espiral de sueños, un carruaje en el que viajan
mis besos, un destino
me enloquece
me posesiona el vientre.

ella y tú son dos sin común,
nada, excepto yo,
y opto por ella
sagrado beso en sus senos, su voz en mi oído
que repite que eres tú,
oh, me confunde
no me digas
más mentiras.

Manos, dejo, acento, sentimiento,
palabra, libro, verso, manos
tul, verso, ella y tú, me aturden
su castillo y tu tedio.
Ven,
no me digas
tu nombre,
olvida nuestra existencia
nocturna impostora.

sábado, febrero 11, 2006

Para ti

Para ti
Daniel Navarro




Cuatro personas vestidas de negro transportaron mi alma
(un grano de arena).
Yacía inerte sobre una sábana de lino árabe.
Una mujer iba atrás, recitaba líneas de Plotino.
Creo que eras tú.
No estoy seguro.
La voz me era familiar, el modo, acento, mas había algo que resultaba diferente.
Decía un escritor que otro decía que las palabras son propiedad, que tienen dueño.
Si era cierto, entonces tu inflexión tejía un velo.
A través de los versos del tiempo veía el cielo.

Entonces todo se detuvo, excepto mi carruaje de cuatro manos y tu voz.
Una de las personas que me sostenían era mi propia vanidad.
La otra que marchaba al frente era mi inquina.
Sosteniendo en la parte de atrás, mi arrogancia.
Una cuarta era la miseria que me envolvía.
El paso era firme.
El alma pulsaba.
Las palabras de la mujer, tu voz, me cubrió con un capullo casi tan grande como un racimo de uvas.

El viento regresó junto con el tiempo.
El cielo se tornó gris con tonos de púrpura.
Una diagonal cruzó mi vista, con palabras de hombre.
¿Eras tú o era yo?

Relámpago.

Leopardo.

Y lo que antes fuera racimo devino en marea.
El movimiento sostenido por cuatro manos y la voz de los recuerdos futuros.
Mi alma se agitó, creció y se derramó en efímeras crestas perpendiculares.

Las palabras que antes envolvieran adquirieron tonalidades e iridiscencia.
Las cuatro personas vestidas de negro continuaron su viaje.
Cuando te busqué, ya no estabas.
Y me hice oleaje.



Aunque te fuiste, aunque ya no estoy,
tú miras al mar,

y sé que me recuerdas.

martes, febrero 07, 2006

Escultura

Escultura
Daniel Navarro

Estuvimos.
Torso y pelvis de mujer.
Tú.
Deseé tocarte
tu cintura era la suya
acariciar con lascivia tu piel de bronce.

Palpitaste cuando me percibiste a la distancia.
(Fui feliz).
Te encendiste.
Atrapada en ese casco de metal, tu calor me inundó.

Percibí cierto movimiento, no hice comentario.
Desde mi propio pedestal seguí admirándote,
amándote.
La luz se hizo presente
en ese mar de oscuridad.
No nos movimos por el resto de la velada.

Han pasado dos horas
todavía no termina.
Paciente,
mi rostro sin ojos te cuida.

Tiemblo de celos cuando alguno te acaricia,
cuando acercan sus dedos a tus piernas.
Tiemblas, nerviosa.
Te gusta.
Me hierve el bronce, se torna más oscuro.
Disfrutas.
Oh, amor, me muero de rabia.
Te seduce esa caricia.

Intento lo imposible.
Procuro lanzarme desde el pedestal.
Mi ciega mirada no encuentra
el infinito sedante de la locura.

Me sonríes.
Oh, amor, no te entiendo.
Divertida sonríes.
Oh, me ahogo.

Un estruendo de enervantes
luces de fotografía
te cubren.
El escultor te deja por un instante.
Eres su propiedad.
O acaso él es tu propiedad.

No lo sé.
Quizás todos somos tu séquito.
Yo uno más.

Un bronce se tambalea.
Cae.
Lo veo.
Alguién más,
uno más.

Sí.
La sala.
Tablero de ajedrez.
Reina.

Un séquito de esculturas.
Soy.
Orbito alrededor de ti.
Metal.
Vientre.

Jaque.

domingo, febrero 05, 2006

RECTANGULO

Rectángulo
Daniel Navarro



Por un agujero en el techo

del cuarto donde duermo

la luz de un sol me llama a la vida: Amanece.

El rectángulo alberga un domo casi translúcido, opaco.

A veces los gatos maúllan con fuerza,

el celo es poderoso.

Cuando noche, el rectángulo se dibuja

levemente por una vela encendida

durante mi sueño.

Hoy seleccioné azul, como tu bandera.

La encendí. Está brillante en este momento.

El agujero en el techo celoso

no deja entrar la luz de las estrellas,

que se apilan alrededor,

para verme dormir.

Te recuerdo.

Descanso.

Me cohíbe la vela y me cubro la cara.

Visiblemente emocionado,

al despertar, el rectángulo me recibe

con su sonrisa solar.



Tardo.

Me desperezo.

Disfruto.

Te recuerdo.

jueves, febrero 02, 2006

Tiempo del tiempo

Tiempo del tiempo
Daniel Navarro



Hoy somos extraños, mas por un momento,

la paz de mi pecho se ajó en la calidez de tu abrazo.

Los duraznos maduraron y cayeron en la hojarasca.

Miramos debajo de nuestros ojos.

Y nos encontramos.

Mas hoy somos extraños

y me sonríes desde tu distancia.

Tomamos nuestros papeles con la sobriedad

y magnificencia de un glaciar.

Siquiera mirar debajo de tus ojos no intento.

Es frío y mi abrigo me cala los huesos,

Y por el balcón desecho los recuerdos

Escasos, dorados, ligeros

Ansiando encontrar el tiempo del tiempo

Antes de ti.

Acerca de mí

Mi foto
Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.