Barro
Daniel Navarro
Un árbol cautivo en el círculo mide el espacio
de mis manos en suelo y alambre.
Se erige,
busca el infinito.
El barro oxidado del recuerdo
humedece mis ojos por la distancia
que media entre hoy y el paraíso.
Yo, en el bosque rojo
giro de cuerpo entero
hundo mis manos, mis besos
en el aroma de la tierra,
barro que pisaste en huida
en despedida larga, grave
postergada hasta hoy.
Mis dedos desangrados
hurgan sin razón
buscan palabras que no existen.
No tuvimos nada más que ese sendero
ningún rincón donde escudarnos
y trazaste en la tierra un horizonte sin luz
Conformo ese laberinto, silencioso
donde las ramas me cubren el cuerpo
el barro de mi piel se curte, agrieta
consolido un capullo.
Poco queda sin ti
excepto mirar este inmóvil universo
de espera, cascarón eterno
de barro rojo granular
endurecido por la sal
de tu presencia ausente.
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