Para ti
Daniel Navarro
Cuatro personas vestidas de negro transportaron mi alma
(un grano de arena).
Yacía inerte sobre una sábana de lino árabe.
Una mujer iba atrás, recitaba líneas de Plotino.
Creo que eras tú.
No estoy seguro.
La voz me era familiar, el modo, acento, mas había algo que resultaba diferente.
Decía un escritor que otro decía que las palabras son propiedad, que tienen dueño.
Si era cierto, entonces tu inflexión tejía un velo.
A través de los versos del tiempo veía el cielo.
Entonces todo se detuvo, excepto mi carruaje de cuatro manos y tu voz.
Una de las personas que me sostenían era mi propia vanidad.
La otra que marchaba al frente era mi inquina.
Sosteniendo en la parte de atrás, mi arrogancia.
Una cuarta era la miseria que me envolvía.
El paso era firme.
El alma pulsaba.
Las palabras de la mujer, tu voz, me cubrió con un capullo casi tan grande como un racimo de uvas.
El viento regresó junto con el tiempo.
El cielo se tornó gris con tonos de púrpura.
Una diagonal cruzó mi vista, con palabras de hombre.
¿Eras tú o era yo?
Relámpago.
Leopardo.
Y lo que antes fuera racimo devino en marea.
El movimiento sostenido por cuatro manos y la voz de los recuerdos futuros.
Mi alma se agitó, creció y se derramó en efímeras crestas perpendiculares.
Las palabras que antes envolvieran adquirieron tonalidades e iridiscencia.
Las cuatro personas vestidas de negro continuaron su viaje.
Cuando te busqué, ya no estabas.
Y me hice oleaje.
Aunque te fuiste, aunque ya no estoy,
tú miras al mar,
y sé que me recuerdas.
1 comentario:
PERDÍ ESTE VERSO, ME ENCANTA COMO ESCRIBES. ES BUENO SABER DE TI
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