sábado, septiembre 08, 2007

LAS MORISMAS DEL SANTO NIÑO DE ATOCHA

Las Morismas del Santo Niño de Atocha
Daniel Navarro


La ceremonia
Las Morismas del Santo Niño de Atocha tienen lugar el 25 de diciembre de cada año en la localidad de Plateros, Zacatecas, México. A lo largo del día se escenifica una ceremonia múltiple y simultánea, donde el cerco a una comunidad española durante el tiempo de los moros se recrea. Nadie entra ni sale de la villa sitiada. Los habitantes mueren de hambre y sed. Un niño logra vencer el cerco, sin violencia. Se le permite entrar. Lleva pan, agua. El niño reparte alimento y los panes se multiplican. Es el Niño de Atocha. El niño Jesús. La alabanza española se lleva a México con los mineros, y la admiración se agiganta en el Nuevo Mundo. Se adopta, se le piden milagros, los concede, el Niño de Atocha sobrevive a tiempos de cambio, a embates de modernidad. Plateros, en las cercanías de Fresnillo, es un paraje semidesértico, de límpidos cielos y profunda espiritualidad. Como aparecidos de otras dimensiones, los danzantes visten coloridos trajes, caras cubiertas de cuentas de vidrio, plumas y maracas. La iglesia contiene una cantidad tal de retablos en los cuales los agradecidos expresan en unas cuantas letras, en pequeñas ofrendas, el milagro concedido, la cura desesperadamente requerida, el dolor que no puede ser expresado con palabras. Un niño que apacible responde al llamado de los incurables, de aquellos a los que la soledad enloquece. La espiritualidad se manifiesta de muchas maneras en Plateros. En latitudes donde la espiritualidad es casi ausente, los viajeros cruzan el Río Bravo, hacia el sur, para venir a enaltecer la memoria del niño. Aquí queda la memoria. El presente documento fue recopilado en texto y gráficos el año 2005.



Retablos
¿Quiere Usted hablar del Santo Niño?
En virtud de que no existe una página específica para el Santo Niño de Atocha, abro este espacio. Escriba un comentario (un poco más abajo, donde dice: "Publicar un comentario)", compartiendo el motivo de su fe, su experiencia. Los comentarios son visibles para cada visitante.



A.- Fotografías
1.- Bandera



Un hombre con la roída bandera mexicana de tres colores adornada con letras y símbolos añadidos, reminiscente de tiempos fuera de cronología. El homenaje de un pueblo sencillo, humilde, a un niño Jesús español que alguna vez desafiara el sitio de los moros para ir en auxilio de los desesperados. No hay potentados entre los asistentes. No hay saco ni corbata. Por este día, el 25 de diciembre, el santuario de Plateros es español con bandera tricolor, y los moros visten de charro, rodeados también de danzas prehispánicas que no son aztecas ni del llamado cuerpo de culturas de Mesoamérica.
Una ecléctica muestra cultural de hondas raíces, alrededor de un infante de sombrero, sandalias y corazón generoso.


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2.- Cruz



La austeridad de las cruces que bordean el camino de acceso al santuario de Plateros es una muestra de la lejanía y desapego que existe entre la actividad preponderante en el terreno minero, y la nueva realidad que implica un significativo número de nativos zacatecanos en búsqueda de nuevos horizontes, particularmente en el ámbito de los Estados Unidos. Zacatecas es uno de los estados de mayor proporción de procedencia de trabajadores temporales en los Estados Unidos, particularmente de aquellos que carecen de documentación migratoria. No obstante, es importante señalar que un buen número de peregrinos regresa al santuario a dar gracias, trayendo las muestras de su evidente mejoría en la condición económica.

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3.- "Banda de Guerra"



La banda de guerra y su permanente atuendo. La exhuberancia de la celebración en el terreno religioso contrasta enormemente con la austeridad de los habitantes y peregrinos. En un contexto histórico que resalta una de las zonas de mayor producción de plata de la nación mexicana, la pobreza en el ámbito económico permanece.

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4.- Bandera roja



Un hombre sostiene la bandera, solitario, su propio estandarte. No parece estar acompañado de alguien más, no encabeza un visible contingente. Fuma su cigarrillo. Se acomoda en la valla que espera al señor obispo. Permanece.

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5.- Banderola



Un contingente de estudiantes enarbolando un emblema que dice: Morisma, Cañitas, Zacatecas. Es de resaltar la imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos, Jalisco. El grupo en la imagen forma parte del desfile encabezado por el Señor Obispo y el propio Santo Niño de Atocha.

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6.- Vitrina del Santo Niño de Atocha



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7.- Charro



El líder de un grupo de jinetes de las morismas (el grupo porta camisa rosa y el caballo un peto del mismo color), es un ranchero de la localidad de Fresnillo, Zacatecas. Su contribución a la festividad es el de proporcionar con su propio trabajo, así como con caballos y sus hijos portan banderolas y ejecutan actos de gran valor tanto ecuestre como religioso. Su papel de su contingente es el de ser parte de la representación de los moros sitiando a la ciudad española del siglo XIII.


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8.- Danza Cardenal



Una niña forma parte del intenso trabajo de danza del grupo de Los Cardenales. Ritmo, concentración y movimiento siguiente el básico tañir de un moderno atabal.

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9.- Danza Estrella



Un grupo de jovencitas conforma la danza Estrella, portando una vestimenta parecida al denominado "enredo", no obstante, no he podido localizar el nombre correcto de la indumentaria que contiene adornos originalmente de cañas. Una maraca apoya la concentración. No parece cantarse algún tema en particular, el movimiento es el elemento fundamental.

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10.- Danza Amarilla



La danza Amarilla es un complejo sistema de movimientos con personas portando un tocado vistoso, plumario. Obsérvese el calzado.

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11.- Esperando Obispo



El señor obispo fue citado a una hora determinada. Los jinetes se organizan en una valla.

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12.- Oficial



Una persona de apariencia y uniforme distintivos, emite indicaciones para la conformación de vallas y jinetes.

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13.- Organizando Contingentes



La tarea de organizar la espera a un señor obispo que no llega.

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14.- Pancho Villa



La personalidad de Pancho Villa se encuentra muy vigente en Zacatecas, sede de una de las escenas más fuertes y violentas del suceso histórico conocido como Revolución Mexicana. Al saber que le tomaría fotografía, el jinete hizo cambio de camisa y se puso su sombrero de charro.

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15.- Jinete Niño



Reacio y desconfiado, un niño jinete muestra su rostro de dureza. Es parte del grupo de las morismas. Domina el caballo. Venera al mismo Niño que todos sus antepasados. Una mezcla de Navidad, historia y transferencia cultural.

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16.- Pancho Villa Cabalga de Nuevo



Le pedi al moderno Pancho Villa que posara como la estatua y la imagen clásica del Centauro del Norte. Su colaboración es evidente.

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17.- Pareja de Caballos


El llano es pedregoso, polvoriento. En la base de un cerro donde se encuentra una ermita poco visitada. El llano es delimitado por una cerca de alambre de púas. Pocos visitantes que registren el evento. Una representante del Instituto de Cultura de Zacatecas toma fotografías. Los caballos y los jinetes efectúan su propia danza.

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18.- Las Morismas



Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.
Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.


"Suave Patria" Ramón López Velarde


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19.- "Polvo eres y en polvo te convertirás"



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20.- Retablos de agradecimiento al Santo Niño



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21.- Rodrigo



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22.- Rostro



El personaje denominado "Rostro" es el representante del grupo y el que diseña las danzas. Al preguntarle si las inventaba o si las había heredado de su familia, su respuesta es que las danzas forman parte de su herencia. En su grupo hay familiares y otras personas de los poblados vecinos que se unen a la celebración en forma anual.

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23.- Tequilita



Me juró y perjuró que la botella NO contenía tequila. Su sonrisa maliciosa me hizo dudar. Aunque le creí. Supongo que en el interior de la botella se encuentra jugo de naranja.


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B.- Las Morismas, mi propia experiencia
Plateros, Zacatecas, México, diciembre 2005
Daniel Navarro


No es asunto menor. Por la cantidad de peregrinos, el tercer sitio religioso de México, después de la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, y de la Virgen de San Juan de Los Lagos, en Jalisco, es el Santuario del Santo Niño de Atocha.

25 de diciembre de 2005
Plateros, Zacatecas, México
Santuario del Santo Niño de Atocha


La salida de la ciudad de Zacatecas marca “Fresnillo” y hacia allá tomamos. Autopista de cuota. 23 pesos en total, o algo así como dos dólares de Estados Unidos. Poco menos de media hora. No corro mucho. Al llegar, cruzamos la ciudad y tomamos la desviación a Plateros. 5 kilómetros.

Una caravana de automóviles, la mayor parte del tipo pick up, “camionetas” como se les denomina localmente. Hay una extraordinaria concentración de placas de Texas, Oklahoma, California, Indiana, Iowa, Idaho. Nueve treinta de la mañana. Templado día sin nubes y cielo azul intenso. Nos recibe una columna de aproximadamente 10 personas vestidas de ranchero en fila dispuestas en la parte central de la carretera. Al llegar a un cruce, a un oficial de tránsito le explicamos que venimos a presenciar las Morismas del Santo Niño de Atocha. Nos indica que nos estacionemos en cualquier sitio, al lado de un llano enorme.


“Sapientísimo Niño de Atocha, general protector de todos los hombres, general amparo de los desvalidos, médico divino de cualquier enfermedad. Poderosísimo Niño, yo te saludo y te alabo en este día y te ofrezco estos tres Padres Nuestros y Ave Marías, en memoria de aquella jornada que hiciste encarnado en las purísimas entrañas de tu amabilísima Madre, desde aquella ciudad santa de Jerusalem hasta llegar a Belén.”



Una gran cantidad de personas se encuentran reunidas y agrupados en varios contingentes, identificados por el color de la camisa. La actividad es incesante. Llegan camionetas cargadas de uno o varias cabalgaduras. Todos se alistan. Proliferan los sombreros. Charros y tejanos por igual. Bajan caballos con aparejos de humilde origen, frenos sin embocadura, sangre rural en las monturas. Nadie paga la celebración, cada uno de los jinetes cubre sus gastos. La Morisma se espera y celebra con enorme alegría y devoción. Se agregan aproximadamente cien jinetes. Cuando todos están listos y uniformados, una persona de apariencia anacrónica por la vestimenta, ordena que se forme la valla en la calle que desemboca en el templo, para recibir al señor Obispo.

Son las 10:35. “Ya debía haber llegado” comentan con ansiedad los jinetes. La hilera de caballos y una “banda de guerra” con visos de anacronismos y una enorme fiereza para realizar su encantación en medio de una pobreza evidente. “El Obispo no llega”.

La iglesia hierve en actividad. En tres áreas, simultáneamente, danzantes a diferentes ritmos, con atuendos coloridos, bailan un monótono ritmo. Los danzantes de la Pluma de Cristo Rey son impactantes. La cara cubierta con cuentas, una corona con espejos, rematada con penacho de plumas. En la parte posterior, una pañoleta y listones de colores. En la espalda, una mantilla con cruces tejidas en punto de cruz. En la danza de la Estrella, un grupo de jovencitas se entrega a la concentración de un baile circular, con un delantal de canutillos. Las danzas son absorbentes, hipnóticas, cuerpos arremetiendo contra espectros invisibles. En un caso, un violinista apoyaba el sonsonete. En el resto de los casos, únicamente el ritmo reflejado en desgastadas alpargatas de madera.

Finalmente, la algarabía de la “banda de guerra” anuncia que el Sr. Obispo se acerca. Son las 11:40, los caballos ya habrán sido presa de desesperación, pero finalmente se acerca el personaje esperado. Antecediéndolo, una pequeña vitrina con el Santo Niño acarreada por varios hombres. Intento infructuosamente tomarle una fotografía. No lo logro. Sigo registrando en imágenes a los elementos del contingente musical y de los danzantes. Veo al Obispo. A pesar de que mi cámara fotográfica está lista, no la enfoco cámara hacia él en rebeldía a su impuntualidad, en reclamo a su desdén por los fieles. Avanza incólume. No parece ser tocado por la emoción de los danzantes emplumados sin rostro. Mi respuesta es que el rollo de película se resiste a registrar su presencia. Opto por mantenerlo en el anonimato. No sé su nombre, tampoco lo investigo. En vez de ello, sigo mirando a los danzantes, a los jinetes, a los músicos, a los caballos. Al polvo, a las plumas, a la alegría. Al niño de Atocha y sus retablos. Y a los niños que no son de Atocha.


“Por cuyos recuerdos que hago en este día te pido me concedas lo que te suplico, para lo cual interpongo estos méritos y los acompaño con los del Coro de los Querubines y Serafines, que están adornados de perfecta sabiduría, por los cuales espero, preciosísimo Niño de Atocha, feliz despacho en lo que te ruego y pretendo, y estoy cierto que no saldré desconsolado de ti, y lograré una buena muerte, para llegar a acompañarte en Belén de la Gloria.”



Cuando la iglesia se suelta en campanadas, nos vamos a ver a las Morismas. Ahora los jinetes ocupan su sitio en el campo. En momentos hacen vueltas en círculos cortos, y repentinamente, en una forma cada vez creciente, un galope rompe la calma del terreno, sólo para terminar en bruscos frenos de carrera. No obstante, los movimientos cada vez son más intensos y cada cierto tiempo, se forma un círculo de caballos a todo galope, y el cielo se cubre de polvo.

“Polvo eres y en polvo te convertirás” dice un fragmento adivinatorio, de resignación e inclemencia. Así, cuando los caballos desbocados cubren los espacios, todos aspiramos el polvo, se pierde la visibilidad. Somos el hoy y el futuro. Incesante principio y fin de cabalgatas en verde, rojo, naranja, rosa, amarillo, y otros colores mezclados.

Pocos testigos externos de una celebración poco conocida. Extraña. Acaso el nombre de Morismas se derive del suceso ocurrido en la España del siglo XIII, cuando los moros sitiaron una ciudad española y los cautivos fueron recluidos sin posibilidad de escapatoria. Transcurrido cierto tiempo, los presos sufrían de hambre y sed, ya que los moros impedían el acceso al auxilio. Por ello, los familiares de los cautivos pidieron ayuda divina. Un día, se apareció (cuenta la tradición) un niño vestido de azul, con una canasta con alimento en una mano, y en la otra un receptáculo para agua, junto con una especie de báculo. El paso le fue permitido por los moros al dicho niño quien se encargó de alimentar a los prisioneros, reproduciendo de una forma simbólica el episodio de los panes y de los peces.

La explosión de valor durante la ceremonia de las Morismas, de un riesgo evidente en la fase del recorrido en caballo desbocado, implica una entrega total al rito. Los caballos y sus jinetes son un solo ente, girando entre el polvo en la base de una ermita. Una y otra vez, la vida se pone en juego (la caída de un caballo irremediablemente implicaría la caída de varios mas, y de sus jinetes). Un peligro incesante, que se enfrenta con el velo del Santo Niño, protector de aquellos que están expuestos al peligro.

Se dice que el Santo Niño también protege a los encarcelados injustamente, y a los viajeros. No es extraño entonces el que una gran cantidad de mexicanos viviendo en los Estados Unidos procuren el manto protector del Santo Niño. Familias enteras de autoexiliados que regresan a venerar a un chiquillo que encarna a un Jesús diferente al recién nacido. Más bien a un Jesús de ocho o diez años, que recibe el nombre del Santo Niño de Atocha.

Concluye la ceremonia al atardecer. Más de rato anochece. Vamos de regreso a la ciudad de México. “Gracias por venir conmigo” le dije a Rodrigo, mi hijo, quien me acompañó la jornada. “Te quería ofrecer pasado, te quería dar raíces”. Así devoramos en silencio el trayecto. Una carretera que avanza y desaparece. Un futuro y un fugaz instante en la canasta del destino. Alimento y agua que cruza barreras. Auxilio que mitiga la permanente incertidumbre de nuestra existencia. Apuntes e imagen para transcribir una oración. O viceversa.









Notas

· Si bien en forma personal guardo una percepción de espiritualidad y religiosidad que considero propia, el hecho de recordar que en mi niñez hubo danzantes semidesnudos, con coronas de espejos, me sitúa en una situación altamente emotiva al presenciar la ceremonia de Las Morismas y las danzas. Agradezco a los participantes de la ceremonia, su atención y generosidad durante el registro escrito y fotográfico, particularmente al grupo de Danza “Estrella”, “La Pluma de Cristo Rey”, "El Cardenal", “José María Morelos”, y los jinetes de las Morismas.

· Oración: El texto en cursivas corresponde a la oración al Santo Niño de Atocha. Derechos Reservados de la autoridad eclesiástica.

· Bibliografía: Una fotografía de las Morismas en 1932 aparece en la portada del libro “El Santuario de Plateros” de Bernardo del Hoyo Calzada. Patronato de Fresnillo, Zacatecas. 2004. Agradezco a la historiadora María Guadalupe Dávalos Macías (Instituto de Cultura de Zacatecas), su providencial auxilio en materia bibliográfica.

· Las fotografías pertenecen a Daniel Navarro, 2005. Copyright avrilphoto. Derechos Reservados.

Zacatecas, México.

5 comentarios:

sendero dijo...

Es un relato impresionante. La descripción fina, diría que percibes el moviento y lo trazas. Esto da como resultado que tu prosa se llene de pies veloces. El contenido es interesante y percibes la espiritualidad de un pueblo que se ha enriquecido a través del tiempo. Tu visión social y de rebeldía tambien se expresa. Un abrazo

Anónimo dijo...

desde que estamos en el campo espiritual conoci al sendero de los milagros protector de los niños y adultos es el santo niño de atocha un niño hacedor de milagros por experiencia propia ayudo a mi bebe con el problema de estreñimiento que tenia yo considero que mi bebe ya esta sano por que ya no sufre para evacuar y para mi es un milagro concedido por mi santo niño de atocha me siento bien gracias a mi niño de atocha siempre lo ilumino con velas o velones rojos honor a ti mi santo niño

Anónimo dijo...

siempre te tenemos presente mi santo niño de atocha eres grandioso.y siempre ayudas a los seres humanos devotos a ti,abriendo los caminos del bien y dando una señal para guiarnos por el camino correcto.

Anónimo dijo...

SANTO NIÑO DE ATOCHA ES MILAGROSÍSIMO, LE TENGO FE Y DEVOCIÓN COMO HERENCIA FAMILIAR QUE DESDE MI NIÑEZ ME FUE INCULCADA, DESPUÉS LA PERDÍ O LA OLVIDÉ, PERO SIEMPRE ESTÁ EL NIÑITO LINDO AL PENDIENTE DE NOSOTROS AUNQUE SEAMOS INGRATOS CON ÉL. HOY AHORA RECONOZCO CON CONVICCIÓN PLENA SU DIVINO PODER. GRACIAS POR ESTE ESPACIO.

Unknown dijo...

MI SANTO NIÑO DE ATOCHA, GRACIAS POR SIEMPRE ESTAR A MI LADO, PROTEGIENDO A MI FAMILIA, MI NIÑO ADORADO, DESDE QUE LLEGASTE A MI VIDA LLENASTE DE FELICIDAD MI HOGAR, NO HAY PALABRAS PARA DESCRIBIR TU INFINITA BONDAD Y MISERICORDIA, SIEMPRE EN MI CORAZÓN.

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Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.